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Las modistas y la moda

  • Publicado el

    06 de septiembre de 2016

En esta nueva entrega de nuestro blog de Selegna vamos a hablar de la moda y del vestuario de aquellos días especiales que vivieron nuestros residentes.

Para  ello nos encontramos en nuestro maravilloso jardín disfrutando del buen tiempo con nuestros Antonio, María, Iride y Marita.

Fuera del mundo de la alta costura, de la pasarela y del glamur que envuelve el vestir a la mujer de altos recursos, de siempre, ha existido la afición en el sexo femenino por la aguja y el dedal a nivel de calle. Y más en épocas de crisis y restricciones como era la posguerra en la que vieron nuestros residentes, Es en este contexto cuando el recurso de “corte y confección” prolifera más que nunca, como sucedió en las décadas de los cuarenta a los setenta, del siglo pasado. Las mujeres en lugar de estudiar una carrera acudían a  las academias de “corte y confección” para aprender un oficio.

María recuerda que en los años en los que ella era una niña había muy pocas cosas incluyendo la ropa. Dice que ella acudía a los festejos especiales simplemente con un vestido, eso sí muy limpio, unos zapatos y dos lazos en el pelo.

Iride apunta a que en Italia de donde procede ella la cosa era muy parecida.

Antonio empieza a hablar sobre el estado de miseria en el que estaba sumido el país, y que por tanto, la moda de hoy en día es totalmente diferente ya que la cantidad de ropa que tenemos los jóvenes no tiene nada que ver con la que se podía disponer en aquel entonces.

Antonio jamás conoció una modista/ sastre, de hecho, nuestro sevillano sólo tenía una camisa para salir los domingos o irse con su novia. Nos cuenta con mucha risa una anécdota muy bonita, ya que su hermana quemó una de sus mangas con una plancha de carbón antigua sin querer por lo que Antonio tuvo que acudir arremangado a su cita. Su novia se incomodó porque Antonio estaba muy extraño, hasta que tuvo que confesarle que iba arremangado y con chaqueta para que nos se viera la camisa quemada, rieron sin parar durante horas y fue un momento inolvidable.

María recuerda también una anécdota, como Antonio, ella tampoco tenía muchos vestidos, por lo que cuando entraba en un patio con sus amigas se cambiaban la ropa para divertirse. Una de esas tardes,  el fotógrafo del pueblo, que andaba por allí les hizo unas cuantas fotos, haciéndole llegar a la familia de María las imágenes con el vestido de una de sus amigas. El resultado fue un gran rapapolvo a nuestra huésped, aunque ella lo recuerda con mucho cariño.

Antonio comenta que para los días especiales los hombres vestían siempre con corbata y que trataban de ponerse elegantes con trajes. Durante su juventud tan solo tuvo dos trajes, que el combinaba para que pareciera que tenía muchos más, siempre pendiente de sus hermanas para que se los arreglaran.

Nuestros residentes comentan con sorna, que hubo una época en España en la que no había ni colchones ni sabanas en las casas y que en la postguerra, dada la falta de material, muchas familias trataban de vestir a sus integrantes con la tela de las cortinas o del colchón, apuntando todos a que era asombrosa la maña con las que las mujeres en las casas podían transformar la tela para que parecieran bellos vestidos o camisas.

Cómo ha cambiado todo!.  En los años de posguerra la ropa era una necesidad, no había a penas tiendas y tampoco grandes consumidores. Hoy en día,  en esta delirante sociedad de consumo, estamos rodeados de mensajes para comprar, para maravillarse y dejarse seducir por la riqueza y la belleza, que inundan los espacios suntuosos y resplandecientes de las tiendas y grandes almacenes.

Hasta la próxima!

 

 

 


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