Los juegos
Todos hemos tenido una niñez y durante ese tiempo lo que hemos hecho fundamentalmente ha sido jugar. Cuando recordamos la época de juegos de Enrique, María y M. Teresa, sus ojos se ponen muy brillantes, dejando entrever a los niños que fueron, ya que unidos a esos recuerdos de los juegos están las sensaciones y el recuerdo de los amigos de infancia.
Una de los contrastes más visibles en la evolución de los juegos de su época a la actual es la austeridad en la posguerra y a la abundancia en la actualidad.
Esta superabundancia de la que disfrutan los niños está acelerando el desinterés por los juegos tradicionales y por el juguete, fijaos que en otros tiempos, el juguete que traían los Reyes Magos era retirado por los padres -tras un corto periodo de tiempo- para volver a sacarlo en alguna ocasión especial». Y que para la mayor parte de lo niños era un lujo disfrutar de una muñeca o un tren eléctrico.
En definitiva , centrándonos en los juegos típicos de la niñez de muchos de nuestros residentes, los niños de la clase humilde se divertían con lo que podían, se fabricaban ellos los propios juguetes, con latas de sardinas, maderas e incluso con cuerdas o con trapos y las niñas se construían sus cocinitas con cajas de zapatos y sus propias muñecas, con trapos y las personalizaban ellas mismas.Los niños usaban su imaginación mucho más que los de ahora y existían juegos donde interactuaban con otros niños del barrio como “ el escondite”, “ Las canicas, “ los trompos” “ saltar a la goma” “ La gallinita ciega”. Se jugaba mucho en la calle, cosa que ahora es impensable.
En las noches de verano pedías a tu madre que te pusiera el bocadillo y salías a jugar a la calle, mientras nuestros padres se sentaban un rato a la fresca a descansar. Jugabas a “la Taba”, uno de los juegos estrella, que estaba hecho con los huesecitos de la pierna del cordero y que se pulían frotando sobre el cemento en las aceras de la calle; saltabas a la comba que era más difícil que manejar la play, sobre todo cuando la cuerda se tomaba corta, se hacia girar con todas las fuerzas y saltabas a un solo pie.También jugábamos a “la Teja” este juego consistía en rayar con un clarión (tiza), cuadros en suelo numerados, primero de uno y de cuando en cuando dobles, saltabas de uno a otro a la “pata coja” y abriendo las piernas al llegar a los dobles, todo esto pegándole a la teja para que pasase de un cuadro a otro, no podía salir fuera ni quedar entre las rayas ya que perdías la partida.El invierno era distinto, hacia mucho frió, sentados alrededor de la estufa montábamos recortables de muñecas o de soldados y tanques y pasábamos ratos de tranquilidad leyendo tebeos que solíamos cambiar miles de veces en el quiosco por unas escasas perras.
Enrique lamenta que los niños hoy desconocen ese tipo de juegos principalmente por el miedo de los padres a que los chicos salgan a la calle: «ya no se ven niños jugando en la calle y en mi infancia la calle era una parte más de la casa».»Los juguetes actuales invitan al estatismo, el niño juega sentado, y me entristece ver a los niños con la mirada fija en una pantalla, en un entorno cerrado, sin intervenir con otros, cuando deberían practicar actividades que desarrollen habilidades como la psicomotricidad, el poder de creación y la capacidad para elegir.