¿Cuáles son las fases del Alzheimer?
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Publicado el
14 de mayo de 2021
La duración de las fases del Alzheimer dependerá del estado de salud de cada paciente.
Conocer las fases del Alzheimer ayuda a entender la enfermedad y a saber cómo actuar.
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa en la que se produce un progresivo deterioro cognitivo y funcional, acompañado de determinados trastornos conductuales. Este deterioro se produce a lo largo de varias etapas, las fases del Alzheimer. Es fundamental conocerlas para paliar los efectos de esta enfermedad.
La clasificación de las distintas fases del Alzheimer es una orientación que contiene valiosa información de interés clínico. Información que sirve de ayuda al equipo de médicos y a los cuidadores para definir los tratamientos o terapias a seguir con cada paciente.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que la duración de las fases del Alzheimer varían dependiendo de diversas circunstancias. Como el estado del paciente, si tiene otras enfermedades, o si surgen nuevas.
Hay tres etapas del Alzheimer: la fase ligera, la fase moderada y la fase severa. Además podríamos añadir una más, la preclínica, cuando el deterioro es muy sutil y puede confundirse con otras causas.
- Preclínica. Esta fase es cuando aparecen los primeros síntomas pero que, en algunas ocasiones, se confunden con trastornos de memoria asociados a la edad o incluso al estrés. En esta fase el deterioro de las capacidades cognitivas del paciente es muy sutil.
¿Cómo detectarla? Gracias a las nuevas tecnologías de diagnóstico se pueden identificar depósitos de la proteína beta amiloide que es distintiva de la enfermedad. Esto permite actuar de manera preventiva para ralentizar el avance.
- Leve. Está considerada como la primera dentro de las fases del Alzheimer. Se caracteriza por la aparición de pequeñas pérdidas de memoria. Olvidos frecuentes relacionados con las rutinas del día a día, despistes, pérdidas de objetos que utilizamos en el día a día, datos o nombres conocidos que no vienen a la cabeza…
Además, suelen aparecer los primeros problemas para realizar cuentas o llevar el seguimiento de las facturas. También pueden observarse algunos cambios de humor. La capacidad de comunicación de estos pacientes sigue activa. Y tampoco suelen tener problemas para realizar sus rutinas diarias como ducharse, comer, vestirse o incluso conducir.
- Moderada. En esta fase, el enfermo comienza a olvidar sucesos recientes. Llegando incluso a olvidar lo que acaba de comer, o lo que hizo durante la mañana.
Comienzan a encontrarse cada vez más incapaces para realizar las tareas diarias. Y empiezan a necesitar ayuda para preparar la comida, vestirse de manera apropiada o lavarse.
Los gestos y la coordinación motora son imprecisos. Y lo más probable es que necesiten ayuda en el día a día.
Es frecuente el aumento de la irritabilidad y la aparición de miedos irracionales o fatiga excesiva. También los enfados desproporcionados o incluso las reacciones agresivas.
- Severa. En esta última etapa de las fases del Alzheimer, el enfermo no es capaz de recordar los hechos recientes y tampoco los del pasado. Incluso empieza a no reconocer a sus seres queridos, ni siquiera a los más cercanos. Eso no significa que no sean capaces percibir cariño. Este hecho debe estar siempre presente en los cuidadores de los pacientes con Alzheimer.
Su humor y su estado emocional es muy variable. No reacciona de forma racional ante situaciones normales que, por otro lado, no llega a comprender. Incluso puede llegar a gritar, llorar y a agitarse con facilidad.
La degradación del lenguaje es considerable. No comprende aquello que se le dice ni puede comunicarse o construir frases con lógica.
La motricidad está severamente deteriorada. Hay pérdida de control de los esfínteres y dificultad para tragar y comer ciertos alimentos.
Ante las distintas fases del Alzheimer, los cuidadores y familiares deben realizar un gran esfuerzo. Primero por adaptarse a sus necesidades. Segundo para proporcionar al enfermo los mejores cuidados y atención posible. Y tercero para intentar que su calidad de vida se vea lo menos afectada posible La coordinación con el equipo médico y la ayuda externa son fundamentales para entender la enfermedad. Y también para buscar ayuda para hacer frente un proceso duro, no solo para el paciente sino también para los familiares.